Hoy podría armar un verso que exprese mi tristeza de hoy, esta pena tan honda, esta angustia, pero hoy no sé ,me da el buscar alguna palabra que enmarque mis penas de esta noche que se acaba y pasa como otra más simplemente.
Quizá podría contar un cuento, hacer una historia, buscar la forma de describir lo que siento sin ser yo el personaje, sin que mi nombre que muchas veces no es mío aparezca, contarlo de tal forma que tenga moraleja, sin embargo, no, no se me da, no puedo esta noche descartar que estoy aquí, que siempre lo que escribo es personal y tiene tanto que ver conmigo que al escribir, al hacerlo, voy dejando escapar algo intimo e interno que se libera y deja de ser una parte de mi para pertenecer también a quien lo lee, si es que alguien lo lee.
Tristeza, Ven. Quiero hablarte de cerca. Hacía tiempo que no estaba contigo a solas. No es que tu compañía no me apetezca, sino que ahora no era el momento adecuado para aparecer. Tristeza. Había conseguido olvidarme de ti por algún tiempo. Y has tenido que volver… ¿Justo hoy? No lo entiendo.
Apareces cuando quieres, sin preguntar a los demás si tu presencia les será grata. A mí al menos, hoy no me venía bien, tampoco ayer, ni los demás días pasados. Tenía miles de planes preparados, pero me he visto obligado a posponerlos y dedicarte el tiempo a ti y a tu presencia, ya que desde que has llegado no me has dejado tranquilo un solo momento.
Ha venido a verme aquella con quien no te llevas demasiado bien. La… ¿cómo era? Sí. Eso. La alegría. Pero aún no entiendo porque la has echado. Yo con ella estoy a gusto. Nos vemos muy pocas veces, que cuando viene me siento muy a gusto. Pero hoy… Hoy no hemos podido. Porque siempre que llegas, así, de sorpresa, me quieres sólo para ti. No te sientes bien hasta que ves que estoy igual que tú: apagado, sin ganas de reír. Solo. Triste.
Tristeza, no sé porque no dices nada. Pero te sigo notando aquí. Noto tu mirada clavada en mi nuca, atravesando todo mi ser hasta penetrar fuertemente en mis ojos. Aparento ser más fuerte que tú, pero tengo que reconocerte que no lo soy. Estoy débil. Me ganas la partida. ¿No tienes bastante con saberlo? ¿No puedes irte ya? (…) ¿Por qué? ¿Qué es lo que quieres? Te estoy dedicando todo el día.
Veo que viniste sin maletas. Es bueno saber que no has traído equipaje. Espero que hayas comprado billete de ida y vuelta. Sí… de esos que sólo sirven para el mismo día. Porque no sería capaz de seguirme quedando aquí, de brazos cruzados, mientras tú te paseas por mi interior. No sé como te he dejado entrar. Supongo que te colarías por el espacio que quedó en mi corazón no hace mucho. Intenté reponerlo, pero debiste entrar a través de él antes de que pudiera evitarlo.
Entonces… ¿Es por eso qué has venido? Te gusta retozarte en el dolor de los demás? Pues si no te importa, te abro la puerta y vienes de aquí a un tiempo. Entonces estaré precavido, y sabré a qué atenerme.
Cuando vuelvas solo dime que hiciste desaparecer a la Alegría para no extrañarle tanto como lo hago ahora.