Hoy la he visto (dedicado a una maravillosa mujer)
Hoy la ví. Después de tanto tiempo. despues de tantos días sin recordar su rostro, de tanta agua bajo el puente. De tanta nieve caída. De tanta brisa y de tanto sol. De tanto amor, de tanta muerte.
Y está igual, igual de bella, igual de misteriosa. ¿Más mujer? Sí, quizá más mujer. Pero sigue teniendo en tus profundos ojos negros ese misterio que tanto me hizo padecer por ella. Sigue teniendo su sonrisa esa placidez de sus finos labios rojos. Su piel morena, americana, miel de amor que tanto deseé sigue estando allí. Cuantas cosas se me pasaron por mi mente cuándo la ví.
Ha vuelto a marcar un punto en mi vida muy fuerte, aunque ella no lo crea. Aunque nunca lo sepa. Jamás sabrá lo que sentí por ella, jamás sabrá lo que dejó en mí. Me cautivó su belleza, me emocionó su inteligencia. Su misterioso ser me volvió un hombre ávido de ella..
Nunca sabrá lo que me dejó porque nunca estuvo conmigo. Muchos días han pasado desde que pasaba horas, días y noches enteras pensando en cómo conquistar, como atraparte. Muchos días han pasado desde que la añoraba, la deseaba y suplicaba por ella.
No a Dios, sino a la vida, que me diera la oportunidad de que me conociera, tal y como soy y no como me muestro. Pero no hubo caso, nunca me miró, puede que me haya visto. Nunca sintió las ansiosas llamadas de mi alma. Hasta ese día de enero en que no pude más y le dije lo que sentía por ella. Hasta que todo terminó.
Pasaron los días y el amor tocó a mi puerta y quizá a la suya. Pasaron los días, pero el recuerdo de todo lo que me provocó nunca lo olvidé. Fue mi primer amor platónico, mi primer amor inalcanzable, la primera mujer que me cautivó con algo más que su belleza: con su misteriosa inteligencia.
Pasaron los días y hoy la volví a ver. Ahí estaba ella, con esos ojos negros que tanto me atrapaban cuando la miraba. Ahí estaba su sonrisa, plena, cautivadora, lisa. Ahí estaba su pelo, otra vez largo, cada vez más negro. Esa cabellera que tanto quise acariciar. Ahí estaba ella, en la plenitud de su belleza, en la plenitud de su ser.
Y yo de atrás mirándola. Y yo de atrás recordando cuando era[y sigue siendo] sin querer la dueña de todo mi ser. Y yo de atrás deseando que sea feliz, pero a la vez que vuelva conmigo y de que su recuerdo jamás me abandone.
Aunque puede que no lea estas líneas. Aunque nunca sepa lo que sentí por ella. Aunque jamás volvamos a vernos.
Siempre la querré, con las mismas ganas de verla después de nuestro primer y único beso.